Mi historia de gordos se remonta a antes de la Guerra Civil española. Lógicamente yo no soy tan viejo. Mi bisabuelo era un manatí que los republicanos cogieron para asustar en las costas de Levante a los franquistas. Como todos sabéis (o debéis saber), no dio resultado. El caso es que mi bisabuela, una joven y hermosa mujer de principios de siglo encontró una lámpara, la frotó y pasó lo que siempre ocurre en este tipo de casos: salió un Genio, tres deseos, bla bla bla...
Como podéis imaginar, uno de los deseos fue convertir al manatí en humano(conservando todos sus buenos atributos); otro deseo fue no volver a pasar hambre; mientras que el tercero fue algo más materialista y caprichoso, no os interesa.
Mi bisabuela y bisabuelo comenzaron una extraña relación. Él era hijo y novio a la vez (ya que ella lo enseñaba a todo).
Tuvieron 8 hijos. Uno de ellos se llamaría Joaquín, mi abuelo. Él ya nació gordo. Mucho. No fue al colegio y debido a que nació dos años después de acabar la etapa más negra del país, no salía mucho a la calle, por temor a que el pasado republicano de sus padres le hiciese mella en su futuro.
Por ello se levantaba y desayunaba, almorzaba, (si existiese el verbo aperitivar, también hubiese aperitivado), comía, merendaba, cenaba. Todo ello con sus respectivos postres.
Cuando creció y pegó el estirón, dejó 39,4 kilos en la cama. Si tuviese tuenti se metería a esta página (Gordos de pequeños), pero ya estoy yo en su honor.
El caso era mi historia.
De ese hombre inmenso nació mi madre y de ella yo.
Era simple, no me gustaba demasiado comer. Yo era más de pegarme la inflada a chocolate de vez en cuando (cada 2/3 horas) mientras mis amigos me decían que fuese a jugar al fútbol con ellos."Correr es de cobardes" les decía yo.
Ellos me odiaban.
Mi historia de gordo finaliza un 15 de noviembre cuando en plena celebración del día sin Alcohol yo me puse borrachísimo y encontré una lámpara mágica...
Como podéis imaginar, uno de los deseos fue convertir al manatí en humano(conservando todos sus buenos atributos); otro deseo fue no volver a pasar hambre; mientras que el tercero fue algo más materialista y caprichoso, no os interesa.
Mi bisabuela y bisabuelo comenzaron una extraña relación. Él era hijo y novio a la vez (ya que ella lo enseñaba a todo).
Tuvieron 8 hijos. Uno de ellos se llamaría Joaquín, mi abuelo. Él ya nació gordo. Mucho. No fue al colegio y debido a que nació dos años después de acabar la etapa más negra del país, no salía mucho a la calle, por temor a que el pasado republicano de sus padres le hiciese mella en su futuro.
Por ello se levantaba y desayunaba, almorzaba, (si existiese el verbo aperitivar, también hubiese aperitivado), comía, merendaba, cenaba. Todo ello con sus respectivos postres.
Cuando creció y pegó el estirón, dejó 39,4 kilos en la cama. Si tuviese tuenti se metería a esta página (Gordos de pequeños), pero ya estoy yo en su honor.
El caso era mi historia.
De ese hombre inmenso nació mi madre y de ella yo.
Era simple, no me gustaba demasiado comer. Yo era más de pegarme la inflada a chocolate de vez en cuando (cada 2/3 horas) mientras mis amigos me decían que fuese a jugar al fútbol con ellos."Correr es de cobardes" les decía yo.
Ellos me odiaban.
Mi historia de gordo finaliza un 15 de noviembre cuando en plena celebración del día sin Alcohol yo me puse borrachísimo y encontré una lámpara mágica...
no recordaba esto, pero casualmento tengo un relato tuyo de hace mil, que creo recordar mandaste a concurso en primero de carrera. Sabes que la página murió? :_( snif. Y eso me recuerda que yo adelgacé gracias a la coca
ResponderEliminar