martes, 23 de agosto de 2011

Bienvenidos veintitrés

Dulce aroma a barniz, cinco céntimos en la puerta de mi casa, "los concejales socialistas se suben el sueldo", una conversación con una amiga, una sorpresa con regalo y yo.
Ésos deberían de ser los condimentos necesarios para una grandiosa historia. De hecho lo son, pero no la puedo contar en plenitud.
Antes de llegar al punto de "hasta aquí puedo leer", quisiera contextualizar un poco... Ayer fue mi cumpleaños, y mis amigos (os englobo a todos) con los que tanto me gusta meterme, me regalaron cosas muy bonitas. Empezando con una guitarra y terminando con una tapadera de mis lamentaciones en forma de sonrisas.
Yo con lo segundo estaría satisfecho, pero algo me decía que lo primero también iba en el lote.

El día comenzó y yo visité estas plataformas en forma de casa. Algo olía bien ya desde muy temprano. Barniz se me antojaba. Barniz era. No tardé en bajar a la calle para mirar una moneda de cinco céntimos. Solo mirarla. "Que la coja otro, pensé".
No la estaba despreciando, simplemente no era el momento de agacharme y cogerla. El momento tampoco ha sido esta mañana cuando la he vuelto a ver. En el mismo sitio.
La jornada, digna de JMJ, tuvo de todo. Yo quería sorprender cuando el sorprendido fui yo. Me las daba de listo y aunque no iba desencaminado, fallé.
Tú quedaste conmigo, yo me fui. Tú estabas a la vuelta, yo no quise decir más. El borracho del pueblo habló por los dos.
Después estaba lo otro. ¡Cuánta importancia coge cuando lo siento alrededor! La culpa es suya. Mi amiga me lo dice. Él no hace nada y yo tampoco. Yo no puedo hacer nada si no aclaro ese problema.

Es un sindiós.

Mi amiga siempre lleva razón. Pero yo siempre quiero llevarla y me resigno a creer lo que me dice, aunque pienso como ella, verdaderamente.
Desde entonces sé que debo arreglarlo. Ojalá que las cosas de comer algún día dejen de ser tan importantes y me permitan realizar actos poco menos que vejatorios. Pero no soy un violento.

Todo ha terminado esta mañana, o al menos de momento. Después de mantener una profunda conversación conmigo mismo he entrado a mi casa y he visto un panfleto (o flyer para los más modernos): "los concejales socialistas se suben el sueldo".

Todo está al revés, y hasta aquí puedo leer.

2 comentarios:

  1. A cada cerdo le llega su San Martín-decía él.
    A los que se pasan de listos siempre se acaban pegando algún tortazo y que menos que el día de tu cumpleaños. De todas formas, no ibas nada mal encaminado, simplemente esperabas lo mejor y lo querías ya, cosa normal.
    Menos mal que al final valió la pena esperar. ¿verdad?
    Vaya usted con Dios, Don Tovar.

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