Entonces Jehová le dijo a Moisés: "He aquí. Yo vengo a ti en una nube espesa para que el pueblo nos escuche mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre".
Y Jehová mandó a Moisés ir al pueblo, santificar a los habitantes durante ese día y el siguiente y hacer que lavaran sus vestidos. También mandó que estuviesen preparados para el día tercero, porque Jehová descendería a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.
Entre obligaciones y mandatos, Jehová hizo una más (que no sería la última): "Señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá".
Así se guardaba él porque no lo tocaría mano, ya que sería apedreado o asaeteado. Da igual que fuese hombre o animal, no viviría.
Y Moisés hizo todo lo que se le había mandado. Y al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y una espesa nube sobre el monte Sinaí, acompañada de un sonido de bocina muy fuerte.
Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte que humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego.
Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Hasta que hizo llamar a Moisés, que subió al Sinaí, y le dijo: "Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos".
Moisés le dijo a Jehová: "El pueblo no podrá subir al monte Sinaí".
Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo y volvió a subir con Aarón y otros sacerdotes para recibir diez mandamientos (cual dictadura).
Y habló Dios, diciendo: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto. Por ello no tendrás dioses ajenos delante de mí (1); no te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra (2); no te inclinarás a ellas, ni las honrarás porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen (3); no tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano (4); acuérdate del día de reposo para santificarme. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra, mas el séptimo día es de reposo para tu Dios, por lo que no harás en él obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas (5); honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da (6); no matarás (7); no cometerás adulterio (8); no hurtarás (9); no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, no codiciarás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo (10)".
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