martes, 31 de julio de 2012

Oda al pepino

Somos distintos. Partamos de esa base. Vivimos en diferentes lugares, nos gusta la misma comida y en ocasiones escuchamos idéntica música. Aunque la mayoría de veces no. Costumbres...
Es exageradamente sorprendente como las costumbres sociales de un pueblo a otro pueden diferenciar tanto a dos personas. Aun teniendo la misma edad, altura, peso, nivel educacional y, siendo materialistas, puede ser que hasta el mismo coche, puedes no gustar.
En realidad estamos programados para gustar. No quiero estar gordo para gustar; quiero hacerme tal movida para gustar; me voy a "petar" para gustar; voy a exponerme al Sol para gustar; voy a ser gracioso para gustar; me voy a recortar la barba de un mes para gustar; voy a subir a las redes sociales las fotos en las que salgo bien para gustar; me voy a poner tal ropa para gustar; voy a hablar de cosas determinadas para gustar; voy a tirarme el rollo para gustar; voy a hacerle favores a alguien para gustar.
Todo acaba a esa hora en que los gallos hacen de despertador. Si consigues traspasar las difíciles barreras para llegar a ella despierto, ya nada importa. El nuevo día, que recordemos que surge cuando, por la noche o de buena mañana, cierras los ojos para abrirlos como mínimo dos o tres horas después, dictaminará nueva sentencia.
No me apellido Miseria, pero créeme cuando te diga que ya no te quiero. Ni un poco.

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