La lejanía puede ser una amiga si se la sabe como tratar. Y tú lo haces. Eres experto en que nada haya ocurrido. Además, estás enamorado de la gracia y la risa a niveles muy similares, aunque gane la primera. Tú, que vives atrapado.
Tú, que cuando te sueltas no hay quien te pare, pareces y te haces el tímido como si fuese tu única arma de seducción. Tu timidez se convierte en tu máxima osadía cuando se trata de algo en lo que te encuentras a gusto. Así te haces de querer.
Tú, que muy pocas veces tienes un no en la boca y cuando lo sueltas haces que hasta los que pensaban que sí, digan que no.
Tú: relajado y atrapado.
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