lunes, 2 de junio de 2014

Demasiadas incógnitas

Desde hace mucho tiempo, mantenemos en nuestra mente la idea de una República. Da igual el estilo de país, solo una derogación de la monarquía es lo que planteamos muchos de los ciudadanos de este variopinto estado.
Yo, por supuesto, soy uno de ellos. Y lo soy porque necesito el derecho a elegir. Necesito el derecho a decidir quién va a ser ese malnacido que se siente en su trono de Jefe de Estado para llevarse un sueldo increíble y hacerlo inviolable ante la ley (y así cada cuatro años con una persona diferente).
Pero la opinión no se puede confundir con la información. Los datos están ahí. La Segunda República, ésa que los izquierdistas añoramos y que (casi) ninguno vivimos, fue llevada por tres personajes diferentes: Niceto Alcalá-Zamora, Diego Martínez y Manuel Azaña. ¡Ay, Manuel Azaña...!
El primero fue de derechas, el segundo promulgaba un radicalismo anticlerical digno de Roberspierre, y el tercero tuvo que formar coalición con partidos conservadores.
Después, si miramos más allá de nuestras pestañas, podemos sumergirnos en el profundo análisis de Europa. Vayamos a las tres grandes Repúblicas del continente: Francia, Italia y Alemania.
En los tres, la derecha ha mandado durante gran parte de su historia.
Por lo tanto, hay que analizar varias cosas: Primero, visto lo visto en la tierra que Manolo Escobar evocaba como la mejor, ¿estaríamos dispuestos a darle un doble poder a uno de los partidos mayoritarios? O peor, ¿aumentaríamos su consigna ofreciendo un enfrentamiento político en el que uno tendría la jefatura de Estado y el otro la presidencia del gobierno?

¿Es igual República que izquierda? ¿Ahorraríamos los españoles algún céntimo, teniendo en cuenta que el Jefe de Estado en una República no es altruista y, por supuesto, tiene que vivir del cuento?

No hay comentarios:

Publicar un comentario