Antes de comenzar con ello, he de advertir que algunos momentos pueden parecer cómicos, pero aseguro que verdaderamente no lo fueron, créanme (de ahí el título de este escrito).
El viaje fue pesado y cansado. Tres horas en coche desde Beniel a Valencia nunca pueden ser agradables, y más si ese viaje se inicia justo después de comer.
El avión salía a las 21:40 horas y sobre las 20:40 ya habíamos embarcado nuestra maleta. Veinte kilos justos marcaba la balanza en nuestro equipaje embarcado. Ni más ni menos de lo permitido; Diez kilos justos marcaba el equipaje de mano del compañero de aventuras con el que voy a compartir estos nueve meses. Nueve meses de gestación.
La mía pesaba un poco menos. Quizá me hubiese podido traer algo más. Algo de quinientos gramos, pero bueno tampoco he echado en falta nada.
La embarcación en el avión fue rápida. A su hora. “El tiempo estimado para llegar al aeropuerto de Tenerife Sur es de dos horas cincuenta y cinco minutos”. Tampoco nos mintieron ahí.
Hasta aquí todo bien. Perfecto.
A la 1:00, hora peninsular, ya estábamos en tierras tinerfeñas. Fue raro, ya que vivimos el cambio de día dos veces, y yo, porque sí y porque me apetecía, me hice un poco el afectado por Jet Lag. Para llamar la atención, ya me conocéis.
A esa misma hora pero en relación a las islas que he empezado a habitar, salía nuestro autobús. Nuestra gua gua (no sé si se escribe junto, separado o con guion. Lo pondré separado ahora y si tengo que repetirla, utilizaré las tres formas). La idea era quedarnos en el aeropuerto hasta más tarde, pero impulsivamente nos montamos.
-”¿Llega hasta La Laguna?”
-”No, pero os dejo justo dónde tenéis que cogerlo para ir”
Algo más de cuarenta y cinco minutos de camino hicieron falta para llegar a Santa Cruz y poco más de cinco para llegar a nuestra nueva ciudad.
Aquí termina el viaje. Fue pesado y cansado, pero merecía la pena.
La idea principal (y la oficial hasta que estoy escribiendo estas líneas) era irnos a un hostal o pensión, pero era muy tarde y no sabíamos dónde encontrarlo, así que acabamos dando tumbos por un lugar que no conocíamos, que no habíamos visto en mapa siquiera. Aunque solo eran unas tres horitas. A lo sumo cuatro. Hasta que amaneciese.
A día de hoy, puedo afirmar que esas han sido las tres o cuatro horas peores de mi corta vida. No hacía frío, pero no podía parar de tiritar. Tenía sueño. Iba cargado de dos maletas. Y yo multiplicado por dos. Exactamente con las mismas condiciones. Parecíamos algo malo. Algo raro. Algo muy raro.
Hablamos con varias personas para ver si nos podían indicar dónde caernos muertos. Todos nos mandaban a la zona de fiesta. A nosotros nos daba miedo ir tan cargados. No fuimos.
Desde ese preciso instante empezamos a buscar carteles, pisos en alquiler... Y cogimos varios números (que como explicaré otro día, no sirvieron para nada).
Pasamos la noche de sitio en sitio. De cobijo en cobijo. Hasta que acabamos detrás de un cartel del Campus Central de la universidad medio muertos. Yo me dormí. Él no. Fueron diez minutos, pero a mí me parecieron diez horas.
El despertar fue muy curioso. Eran las 6:00 y estaban abriendo las puertas de la universidad. Los edificios no, pero las puertas para acceder a esos edificios ya estaban en modo open.
Nos dio vergüenza estar ahí. Nos dio eso que se llama “cosa”. Nos fuimos.
Empezamos a andar hacia nuestra facultad para hacer tiempo y poder hablar con la coordinadora Séneca (que resulta que también es la decana de la facultad -siempre he querido llamar al sitio donde estudio facultad y hasta hace dos días no había tenido sentido-). Estaba cerrado y teníamos hambre.
-”¿Qué hacemos?”
-”Pues yo que sé. Ahí pone que hay un McDonalds a dos minutos”
-”Pero serán dos minutos en coche. Andando puede ser media hora, y cargados de maletas cómo vamos, más aún”
-”Pues tienes razón, pero no tenemos nada mejor que hacer hasta dentro dos horas”
-”¿Vamos?”
-”¡Qué remedio!”
Media hora de insufrible viaje. No amanecía y yo estaba a punto de soltar las míticas palabras de: ¡ESTO ES UN SINDIÓS! Llegamos al McDonalds y pedimos en el McAuto. Nos hacen caso. Pasamos por ventanilla.
-”Perdónenme chicos pero sin coche no podemos servirle”
-”Pero si no se entera nadie”
-”No se puede”
-”Bueno, pues nada...”
Menos mal que en ese lugar hay wifi gratis y pudimos estar un rato conectados y entretenidos. Más que nada para hacer tiempo...
Al final lo conseguimos. Amaneció, que no es poco.
Seguíamos cargados de maletas. Sin dormir. Sin saber qué hacer ni dónde ir. Decidimos ir a la facultad. Ya estaba abierta.
Menos mal que en conserjería nos trataron muy pero que muy bien. Nos permitieron dejar las maletas, cargar los móviles. Nos dieron información de cómo encontrar a la coordinadora. Nos facilitaron mapas de la ciudad. Nuestra nueva vida empezaba a sonreírnos. Gracias Loret (nombre de la conserje).
Antes de eso desayunamos en la cafetería. Poca cosa pero era como un inmenso manjar. Acto seguido tuvimos un percance con la puerta (son giratorias y las maletas no entraban). Fue de lo más ridículo: Yo estaba intentando pasar al otro lado las maletas grandes por la giratoria hasta que una chica vino a abrirnos una puerta normal que estaba justo al lado. La risa fue máxima.
Se hicieron las 9:00 horas y empezamos a llamar a los más de veinte números para posibles futuros hogares. La mayoría estaba alquilado ya. Los otros eran muy caros o el contrato era basura. Uno solo pedía chicas. Éste fue muy desmoralizador.
Al final conseguimos quedar con dos. Eran las 10:30 horas y el primero íbamos a verlo a las 14:00. Quedaba un mundo. Seguíamos cansados y con frío.
Nos quedamos dormidos en el párking de la facultad. Se hicieron las 13:00 horas y comenzamos a caminar en dirección al primer piso (o eso creíamos que era) que íbamos a ver.

Y el resto, tal y como me gusta hacer normalmente, forma parte de la segunda parte de la historia. Espero no haber resultado muy pesado ni haber herido la sensibilidad de nadie. En especial de las personas que me dieron la vida. No se preocupen. Estamos muy felices.
Se os quiere a todos y se os echa de menos. Un saludo, un abrazo y un beso (éste solo para algunxs de los lectorxs).
si la vida te da palo yo la voy a canear.
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