miércoles, 12 de octubre de 2011

Somos insignificantes

No suelo mirar atrás. Ni cuando me tropiezo, ni cuando me despido de alguien. Soñar no está hecho para mí. Es un concepto muy globalizado como para que pueda hacerlo. Soy demasiado punki para ello.

Sin embargo, me encanta comer. Con las cosas de comer no juego. “Eres un gordo, Peter”. Lo único que me quita el hambre es el lavado de dientes. Si no lo hago, podría estar comiendo a todas horas. Me lavo tres veces al día.

Tocar, cualquier cosa, también forma parte del conglomerado de acciones que me gusta realizar. Siempre he considerado al tacto el mejor de mis sentidos. Es un privilegiado en realidad. Por encima del gusto. Pero preferiría conservar la vista ante cualquiera de sus compañeros.

Cuanto más miro algo, más quiero tocarlo. Si no lo mirase no sé qué grado de apetito de acariciarlo tendría.

Esto me pasa a diario. En fotos, en instrumentos musicales, en animales, en personas. Quizá también sea algo muy de todo el mundo, pero no le damos importancia. Igual que yo no le doy importancia al hecho de que en realidad, siempre vivo mirando atrás.

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.

5 comentarios:

  1. Suelo mirar atrás,
    hasta cuando me tropiezo
    y cuando me
    despido de alguien.
    Soñar está
    hecho para mí.
    Creo que es
    un concepto poco
    globalizado como
    para que no pueda hacerlo.
    Soy demasiado
    persona para ello.

    Pero al final,
    todos somos lo mismo.
    Humanos

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  2. Qué puntos de vista más distintos sobre quiénes somos tenemos, Mari

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  3. Anónima habitual, ya tú sabe ;)

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