El único Shinigami es Messi

A mi me dijeron que llegar a los 25 era como empezar una nueva vida. En caso de que sea así, no sé si desear su llegada sería positivo tanto para mí como para ti.

El otro día estuve hablando, como de costumbre, con un confesor que me he echado. Le dije algo acerca del ombligo. Recuerdo exactamente lo que era pero prefiero callármelo. Total, las confesiones, como el voto, son secretas. Además, puede resultar ofensivo (para mí, claro).

A veces ando perdido. Hasta el punto de tener que llamar para que me guien. Llamo a quien haga falta. Desde la Suerte hasta el propio Dios (ése que me responde al nombre de “buscar”. Google se llama). Además, como supongo que diría L, lo importante no es el cómo ni el cuándo, sino que lleguemos hacia él.

Paso de ser cordial, pero perdona si copio algo de tus palabras (si lo hago es porque tiene mucho que ver el caso). En mi inventario existen colegas en casi todos los lugares y todos hablan de lo mismo. De sus fines, de sus metas. Como aquel que corría. Mi conclusión no es diferente, pero llegar a la meta es mucho más importante que ganar. Sin ninguna duda. Aunque sea el último.

Cambiando de tercio, desde que vivo en un archipiélago, los domingos o los días de fiesta suelo comer a la hora peninsular. A veces a las siete estoy cenando.

Hoy me he acordado mientras me preparaba la cena a las siete y media de mi último camping. Fue para eliminarlos a todos (políticamente hablando, claro está). Y si sirvió. Recalco esto último porque varios meses después de haber “recogido la tienda” puedo decir que la persona en la que me he convertido en Tenerife se empezó a forjar allí. No vivir en casa me hace diferente.

Me gustaría tener que contar muchas más cosas, pero entre las pocas ganas que tengo y el cansancio acumulado que me va a llevar al infierno, solo me queda decir que algún día, cuando haga un movimiento brusco de mi cuello, se romperá en mil pedazos. Hasta entonces espero no jugar con las cosas de comer.