Nueve y veinte de la mañana. Diez y veinte si no existiese esa absurda invención de modificar el tiempo a nuestro antojo para no se sabe realmente qué. Bueno, quizás serían las 18 horas si no se hubiese cambiado nunca desde que algún hombre (Benjamin Franklin, dice wikipedia) dictaminara esta norma.
Pero esto da igual. Nada tiene que ver con ser raro. Al menos directamente. Es difícil estar a gusto cuando se es raro. Ya no hablo de rarezas físicas, sino psicológicas.
Ayer vi como un hombre, con una suma de 3 números de 9 cifras al azar, conseguía un teléfono de una persona de la cual dijo saber su nombre, dirección y municipio. Sin ilusión nada tiene sentido, pero algún truco debía haber. Por supuesto, acertó en todo. Y fuimos testigos.
Hay una diferencia conceptual entre el raro y el extraño. Al contrario de lo que pasa en el idioma italiano, algo extraño es algo que no sucede con frecuencia. Por ejemplo, un eclipse solar. Por su parte, algo raro es algo no normal. Por ejemplo, un ilusionista, un penalti fallado por CR7, un altruísta, un español sin quejas, o yo.
Perdonad mi autoproclamación, pero la veo necesaria. Y si Napoleón hizo lo propio con un cargo mucho mayor que raro, ¿quién me va a impedir a mí decir lo que soy?
"Sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago {...} Quisiera que me entendieras", dije.
Desgraciadamente, todo tiene que ver.
Pero esto da igual. Nada tiene que ver con ser raro. Al menos directamente. Es difícil estar a gusto cuando se es raro. Ya no hablo de rarezas físicas, sino psicológicas.
Ayer vi como un hombre, con una suma de 3 números de 9 cifras al azar, conseguía un teléfono de una persona de la cual dijo saber su nombre, dirección y municipio. Sin ilusión nada tiene sentido, pero algún truco debía haber. Por supuesto, acertó en todo. Y fuimos testigos.
Hay una diferencia conceptual entre el raro y el extraño. Al contrario de lo que pasa en el idioma italiano, algo extraño es algo que no sucede con frecuencia. Por ejemplo, un eclipse solar. Por su parte, algo raro es algo no normal. Por ejemplo, un ilusionista, un penalti fallado por CR7, un altruísta, un español sin quejas, o yo.
Perdonad mi autoproclamación, pero la veo necesaria. Y si Napoleón hizo lo propio con un cargo mucho mayor que raro, ¿quién me va a impedir a mí decir lo que soy?
"Sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago {...} Quisiera que me entendieras", dije.
Desgraciadamente, todo tiene que ver.
Grande Pedro!
ResponderEliminarMe gusta como escribes y me gusta tambien ablar sobre la teoria de los idiomas contigo!
Vinci per noi, Alex Del Piero!