He acabado ya el boceto de mi canción. Solo me ha llevado una tarde de desesperación y de autocontrol. Siempre negativo, por supuesto. Y aunque la idea la he plasmado bien, no he conseguido meterle el “flow” que atormentaba mi cabeza. Pero ya no me quejo, al menos delante tuyo, Santa María, que vives y reinas en todos los buenos días.
Por otro lado, aún no he ido a Felip Neri a un cuarto de las cuatro. Quizás hoy sea buen día para hacerlo. A lo mejor alguien me está esperando. Probablemente no, pero no me ha importado en ningún momento.
Hay pocas personas aquí. Mucha gente. Nunca conseguiré aprender a ser como tú, aunque eres el ejemplo a seguir en cuanto a cómo ser. Por eso eres mi mayor aliciente y a quien menos quiero defraudar. “Y en abril, aguas mil” dicen los sabios que muchos días se han vestido. Quizás se pueda extrapolar al cien por cien ese refrán y llevarlo a nuestro terreno. Hacerlo nuestro y no soltarlo.
“Y en abril, aguas mil” quiere decir que por mucho que esconda, aunque no lo hiciese y te lo diese todo, nunca conseguiría decir una palabra, realizar un gesto o cualquier otro acto de afectividad que me dejase en paz contigo. En paz en cuanto a no deberte nada. Ya estoy empeñado hasta el día de mi juicio final, que si algún día ha de llegar, espero que sea en invierno y con el Sol radiando sobre el espejo.
Un gracias suena a risa.
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