El estrés deja de ser tal cuando se convierte en costumbre. Y escribo desde la experiencia que me da estar en ese estado varios meses. Ya, incluso, me despierto tranquilo. Sin alteraciones.
Vale que yo nunca he sido muy de expresar mi nerviosismo, pero en momentos en los que permanece en mí durante un largo período de tiempo, se acostumbra el cuerpo.
Es raro. Y sobre todo, nada gratificante. Estaría bien despertarse algún par de meses seguidos con la sensación de que todo va bien. Y es que solo me falta una pieza del puzzle para que esto ocurra. Y es que... Y es que...
Y es que cuando abres los ojos por la mañana, te das cuenta al instante si tu día va a ir bien, mal o no tienes ni idea de qué va a pasar. Cuando ocurre esto último, es verdaderamente emocionante. No sabes qué hacer, quizás no hagas nada, pero el tener incertidumbre de si se podrá realizar todo aquello que tenías pendiente, ya supone una motivación extra.
En el centro de salud de mi pueblo, leí una vez algo así como: Las prisas llevan al estrés; el estrés lleva al nerviosismo; el nerviosismo lleva al infarto; el infarto lleva a la...
Todo es razonable. Menos mal que vivo tranquilo, corro desnudo y mi estrés es pasajero. Sé el sentido de la vida. Es simple, sencillo, claro, conciso y desafortunadamente real.
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